Ocho de cada diez argentinos agotan su salario a las dos semanas de cobrar

Ocho de cada diez argentinos se encuentran en una situación económica crítica, ya que el salario se les termina a tan solo dos semanas de haberlo cobrado. Según un estudio reciente, el 86% de los trabajadores no logra cubrir sus necesidades básicas, lo que evidencia una preocupante incapacidad de acceder a bienes y servicios esenciales. Este fenómeno se ha agrandado en los últimos meses de 2025, donde el costo de vida ha aumentado considerablemente, superando las cifras reportadas por los índices de inflación. La situación es alarmante y pone en jaque la sostenibilidad del hogar argentino.

Los sectores más vulnerables, como trabajadores informales y familias de clase baja, son los más afectados. A medida que los precios de alimentos, alquileres y otros servicios esenciales siguen escalando, se han incrementado las quejas y protestas en diversas provincias del país. La incapacidad de comprar productos básicos se ha convertido en una realidad cotidiana que las familias argentinas enfrentan con angustia. En este contexto, el acceso a bienes de consumo se ve restringido por una economía que no da tregua.

Un análisis más profundo revela que el aumento del costo de vida sobrepasa la inflación oficial reportada, lo que implica un problema estructural en la economía argentina. Históricamente, esta situación no es nueva; durante décadas, las crisis económicas han sido una constante sin una solución a largo plazo. En la década de 1980, por ejemplo, la hiperinflación generó una debacle similar, donde los jornales no alcanzaban ni para cubrir la comida del día. Comparar este contexto con el actual resalta la falta de progreso en la resolución de problemas económicos persistentes.

La realidad es que el 86% de los trabajadores que no responde a sus necesidades básicas tiene un altísimo costo social. Esto puede llevar a un aumento en la inseguridad alimentaria, problemas de salud y, en consecuencia, un deterioro en la calidad de vida. La falta de poder adquisitivo no solo impacta en el bienestar de las familias, sino que también pone en riesgo la cohesión social del país, ya que la desesperación económica puede generar tensiones y conflictos. Además, en un marco de recesión económica, se vislumbra una mayor polarización social y política.

Estimaciones indican que, si el gobierno no toma medidas eficaces para abordar esta crisis, se podría producir un descontento aún mayor en la población. Los analistas advierten que estas condiciones pueden desembocar en un estallido social, similar a lo ocurrido en otras naciones latinoamericanas en situaciones de crisis. La mitigación del impacto económico y la implementación de políticas de ayuda se tornan vitales para evitar un colapso mayor. La voz de los ciudadanos se ha intensificado en los últimos meses, indicando una urgente necesidad de acción frente a la grave problemática que atraviesa el país.

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