En el primer día de apertura al público, unos 20.000 fieles se acercaron a rendir homenaje al pontífice argentino en su última morada en la Basílica Santa María la Mayor (Roma).
Desde las 7, cuando se abrieron las puertas de la basílica, se registró un flujo ininterrumpido de visitantes. Incluso antes del amanecer, cientos de personas ya esperaban para ingresar, y con el correr de las horas, la fila continuó creciendo.
Cuando la basílica se preparaba para la misa de las 10 en el altar central, se invitó a los presentes a actuar de manera ordenada: quienes habían ido exclusivamente para visitar la tumba, debían abandonar la iglesia después de hacerlo, mientras que quienes deseaban participar de la ceremonia podían permanecer sentados.
Los fieles deben esperar alrededor de 30 minutos para entrar al interior de la Basílica. El acceso se vio bloqueado temporalmente alrededor de las 10.30 hora italiana, ya que «demasiada» gente había llenado el espacio. Hay millas de personas haciendo cola fuera para entrar», informó el diario ‘La Stampa’.
